Cuando entenderán los restaurante de la importancia de saber que estamos sumergidos en un andar rápido, sin tiempo, siempre corriendo, donde nos quedan algunos minutos para disfrutar de lo que nos gusta. En mi caso salir a comer ...
Que desafiante se ha vuelto esto, encontrar un lugar que se acomode a mis intereses, ¿será mucho pedir que mi ensalada venga aliñada? en ocasiones apenas alcanzo a comer algo frío ya que supuestamente es mas rápido que un plato caliente, entonces sucede eso que debería estar acostumbrado frente a uno un bol con la supuesta ensalada, especialidad de la casa o la recomendación del garzón, de lejos una buena impresión ya de cerca gran desilusión. ¿Le habrá faltado tiempo al chef que no la pudo aliñar y traer a mi mesa los sabores de su creación?, a regañadientes digo -si quisiera cocinar me quedaría en casa- y acepto ese limón que muchas veces es mas sucedáneo que limón como burlándose de mí y mis ganas de disfrutar.
De verdad cuesta entender que un gran número de restaurantes han decido traer la ensaladas así tal cual, sin dedicación, sin sorprender, un montón de sabores planos sin mezclar, todos cortados y pretendiendo engañar que son algo mas. Que ganas de tirarle los kilos de lechuga por la cabeza, ya que han aprendido a poner la mitad de la lechuga en ese bol que pide y grita necesito creación y sabor.
Pienso en lo ridículo que me veo sentado aliñando mi ensalada y mojando a mis acompañantes con las gotas de ese cuarto de limón y mis manos aceitadas por la alcuza derramada. Que increíble y no entiendo que estoy pagando por todo eso.
Si realmente se entendiera cual es el fin de un restorant que es servir a sus clientes que la magia está en en conquistar a los comensales con ese toque de cada local, enfatizar en los sabores y maravillar a cada cliente incentivando e invitarlo a que vuelvan nuevamente.
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